En la medianoche, tus
luminosos y profundos ojos contienen soberbios precipicios que abrazan,
impetuosos, un mar negro cuyas aguas mojan mis sentidos
mientras la neblina
que envuelve este silencio maléfico, te convierte en mi perfecta víctima de
noche de luna llena.
Mi sangre busca
mezclarse con tu sangre, y mi aliento urde como cazador lascivo para anudarse
con tu saliva espesa...
así, mis intensos
aullidos de lobo estepario quebrarán tus frágiles defensas sedosas...
Con mi torso
despedazaré las hidras que te rodean y con mis afilados colmillos succionaré
hasta la última gota de tu exquisita esencia de primavera que, cual aljibe,
almacenas en tu palpitante garganta.
Mi pecho de lobo
acogerá tu hermoso rostro de diosa griega y me llevarán, hacia una nueva
dimensión de dolor y atracción, tus labios frescos, carnosos y deslumbrantes.
Tus tatuajes, signos
oscuros de milenario lenguaje, rozarán mi pelambre...
...como en un rito
sagrado de vorágine de besos alternados con rosas...
y lameré el más
extraño de todos, aquel inscrito con tu excelso nombre: O-D-A-L-Y-S...
Y aullaré, ante esa mística luna, el canto del lobo que anhela oler tu presencia y fallecer bajo tus pies de azarosa caminante…
El poema "AULLIDO" es una representación profundamente sensual y simbólica, donde el deseo se manifiesta como una fuerza salvaje y transformadora. El lobo, un símbolo de instinto y soledad, busca a la figura amada con una pasión incontrolable, mientras la luna llena, siempre asociada con lo místico y lo salvaje, establece el escenario ideal para una unión que parece inevitable.
Los "luminosos y profundos ojos" de la figura evocan un abismo de misterio y peligro, pero también una atracción irresistible. El "mar negro" que sigue su curso hasta tus sentidos sugiere la inmensidad del deseo, un flujo continuo y envolvente que no puede ser detenido. La neblina y el silencio maléfico subrayan la atmósfera de una caza inminente, donde la figura amada es la presa en esta escena de luna llena.
El acto de unir "sangre con sangre" y "aliento con saliva" simboliza una fusión total entre los amantes, una mezcla que va más allá de lo físico y penetra en lo espiritual, casi como un ritual ancestral. Los "aullidos de lobo estepario" rompen las defensas sedosas de la amada, sugiriendo que aunque hay resistencia, esta es frágil ante la intensidad del deseo.
El lobo no solo es un cazador, sino también un protector que enfrenta a las "hidras" que rodean a la amada, las cuales podrían representar miedos, dudas o fuerzas que la retienen. Con sus "afilados colmillos", el lobo extrae la "esencia de primavera" de su "palpitante garganta", una imagen profundamente sensual y evocadora de la vitalidad y la fragilidad de la amada.
El "rostro de diosa griega" añade una capa de divinidad, mostrando que la amada es tanto una figura vulnerable como una deidad a la que se adora. La "nueva dimensión de dolor y atracción" a la que conducen sus labios refleja la dualidad del amor y el deseo: una mezcla de placer y sufrimiento.
Los "tatuajes de signos oscuros" que rozan la "pelambre" del lobo introducen un elemento de misterio y lo sagrado, como si los amantes estuvieran inmersos en un rito antiguo, donde la unión es tanto física como simbólica, adornada con besos y "rosas," una metáfora de la belleza y el peligro.
El poema concluye con un aullido ante la luna, un canto desesperado y devocional, como si el lobo supiera que el clímax de este encuentro será su final, "fallecer bajo tus pies de caminante azarosa." Este final resalta el sacrificio y la entrega total que el lobo, como amante, está dispuesto a hacer ante la figura amada.
Es un poema cargado de imágenes potentes que exploran la relación entre el deseo y lo sagrado, la fuerza y la vulnerabilidad, el placer y el sacrificio.
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