Para Oda
Tras reiterativos adioses de los últimos minutos
No pude fijar mi mirada en tu oasis en fuga
porque eran tan intensos tus chispazos eléctricos
que zambulleron mi tiempo hacia las catacumbas.
No sé qué tipo de fascinación proyectaba tu mirada
Que me aniquiló tantas veces cuando nos despedíamos
(¿Sensual, sustanciosa, inmaculada, metafísica?)
Y siendo yo el astrónomo veedor del firmamento
Fui castigado por tus arcanas constelaciones.
Adorables ojos de romancero de luna
Que brillaron más allá del viento
Mientras me diluía en acuarela tu sonrisa
Y el ruido de lo cotidiano me dolía menos.
Centelleantes epílogos melancólicos
Fueron aquellas miradas fugaces que cruzaron la puerta…
Tú disfrutarás más de tu vida, atalaya veinteañera,
Y yo descenderé los escalones hasta mi celda.
Este poema refleja una experiencia de despedida intensa y emocionalmente cargada. La voz poética transmite una mezcla de fascinación y dolor ante una relación que parece estar marcada por la fugacidad y el anhelo.
"Tras reiterativos adioses de los últimos minutos
No pude fijar mi mirada en tu oasis en fuga"
Aquí el hablante describe un momento repetido de despedidas. Los "reiterativos adioses" sugieren que esta situación no es nueva, sino un ciclo continuo. El "oasis en fuga" simboliza lo inalcanzable que se ha vuelto la otra persona, alguien que siempre parece escapar. El "oasis" representa una fuente de consuelo o deseo, pero que está fuera de alcance.
"porque eran tan intensos tus chispazos eléctricos
que zambulleron mi tiempo hacia las catacumbas."
La intensidad de la mirada de la otra persona, comparada con "chispazos eléctricos", impacta profundamente al hablante. Estos chispazos son tan poderosos que lo transportan a un lugar oscuro y profundo: las catacumbas, que representan tanto una metáfora de la muerte emocional o el olvido, como un lugar donde el tiempo parece detenerse y quedar atrapado.
"No sé qué tipo de fascinación proyectaba tu mirada
Que me aniquiló tantas veces cuando nos despedíamos"
La voz poética no puede definir la naturaleza exacta de la mirada que recibe; es algo que lo cautiva y destruye a la vez. La "aniquilación" indica que, en cada despedida, esa mirada lo deja emocionalmente devastado, como si cada adiós fuera una pequeña muerte.
"(¿Sensual, sustanciosa, inmaculada, metafísica?)"
Esta línea enumera una serie de posibles descripciones para la mirada de la otra persona. La duda del hablante muestra la dificultad de encapsular su experiencia: ¿Es una mirada sensual, plena, pura o trascendental? Esta incertidumbre añade a la complejidad de sus sentimientos.
"Y siendo yo el astrónomo veedor del firmamento
Fui castigado por tus arcanas constelaciones."
El hablante se compara con un astrónomo, alguien que estudia las estrellas, observando con detenimiento y fascinación. Las "constelaciones arcanas" de la otra persona parecen ser un misterio inalcanzable, algo que, aunque el hablante intenta comprender, solo le causa dolor y confusión.
"Adorables ojos de romancero de luna
Que brillaron más allá del viento"
Aquí, los ojos de la otra persona son comparados con algo poético, como un "romancero de luna", una imagen romántica que enfatiza la belleza y la magia de su mirada. Estos ojos brillan "más allá del viento", lo que sugiere que su luz es tan poderosa que trasciende lo físico, alcanzando una dimensión casi etérea o espiritual.
"Mientras me diluía en acuarela tu sonrisa
Y el ruido de lo cotidiano me dolía menos."
La sonrisa de la otra persona también tiene un efecto transformador sobre el hablante, lo "diluye", lo suaviza, casi lo descompone en un estado más delicado y emocional, como si se desvaneciera ante su belleza. En este momento de conexión, "el ruido de lo cotidiano" —las trivialidades de la vida diaria— pierde importancia, lo que sugiere que la presencia de la otra persona tiene un efecto sanador o liberador.
"Centelleantes epílogos melancólicos
Fueron aquellas miradas fugaces que cruzaron la puerta…"
Las "miradas fugaces" son vistas como "epílogos melancólicos", breves pero significativos cierres de un capítulo lleno de tristeza. Estas despedidas, aunque momentáneas, dejan una profunda huella emocional. La imagen de la puerta añade una sensación de separación definitiva.
"Tú disfrutarás más de tu vida, atalaya veinteañera, y yo descenderé los escalones hasta mi celda."
La persona a la que se dirige el hablante es descrita como una "atalaya veinteañera", una figura joven y elevada, que seguirá adelante con su vida. La juventud y la posibilidad de disfrutar más de la vida contrastan con el destino del hablante, quien se ve a sí mismo descendiendo hacia una "celda", una imagen que sugiere reclusión y sufrimiento, atrapado en su soledad o en el dolor de la pérdida.
Este poema es profundamente introspectivo y lleno de melancolía. Explora la experiencia emocional de una despedida repetida y dolorosa, donde la mirada del ser amado tiene un poder casi destructivo sobre el hablante. Las imágenes de las "catacumbas", las "constelaciones arcanas" y la "celda" refuerzan la sensación de estar atrapado en una situación emocionalmente sofocante, de la que parece no haber escape.
El contraste entre la juventud y libertad de la persona amada y el encierro emocional del hablante es particularmente poderoso, creando una tensión que recorre todo el poema. Es una meditación sobre el amor no correspondido o insatisfecho, donde el deseo y la admiración se enfrentan a la dura realidad de la separación. El uso del lenguaje es delicado pero intenso, transmitiendo tanto la belleza como el dolor de la experiencia.
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