Somos apenas velas encendidas, y luego, olvido.
Nadie vive para siempre, ni en la palabra ni en el recuerdo,
Porque esas mismas palabras desaparecen con el viento
y esos mismos recuerdos se extinguen con el último aliento de los que nos conocieron.
Y porque felizmente somos perecederos,
Debemos vivir como el volcán, la estrella y el rocío,
Abriendo puertas, cambiando rumbos, soñando despiertos,
como si de pronto nos extinguiéramos de este mundo.
El poema "VELAS ENCENDIDAS" es una profunda reflexión sobre la fugacidad de la vida y la naturaleza transitoria de la existencia humana. La imagen de las "velas encendidas" es una metáfora poderosa que simboliza nuestra vida: una luz tenue que arde durante un tiempo limitado y finalmente se apaga, lo que resalta la inevitabilidad de la muerte y el olvido.
"Somos apenas velas encendidas, y luego, olvido."
Este verso resume la esencia de la finitud de la vida humana. Somos como velas que arden durante un breve período y luego se apagan en la oscuridad del olvido. La vida es efímera y, tras nuestra partida, el olvido es inevitable."Nadie vive para siempre, ni en la palabra ni en el recuerdo,"
Se refiere a la transitoriedad de no solo la vida física, sino también de los legados que dejamos, ya sea a través de nuestras acciones, palabras o recuerdos. A pesar de nuestros esfuerzos por perdurar a través de las palabras o la memoria de los demás, nada es eterno."Porque esas mismas palabras desaparecen con el viento y esos mismos recuerdos se extinguen con el último aliento de los que nos conocieron."
Los recuerdos que dejamos en otros también son temporales. Así como el viento disipa las palabras, los recuerdos se desvanecen cuando quienes nos conocieron también dejan de existir. Se enfatiza aquí la naturaleza cíclica del olvido: las memorias son frágiles, efímeras, y desaparecen con el tiempo."Y porque felizmente somos perecederos,"
Este verso aporta un matiz positivo a la transitoriedad. Lejos de lamentar la impermanencia, se sugiere que en realidad es algo que deberíamos abrazar. La mortalidad es lo que nos permite apreciar la vida y nos impulsa a actuar con propósito."Debemos vivir como el volcán, la estrella y el rocío,"
Las imágenes del volcán, la estrella y el rocío representan distintas formas de existencia: el volcán simboliza fuerza y transformación; la estrella, luz y permanencia cósmica, aunque también está destinada a apagarse; y el rocío, una belleza efímera que se disipa al amanecer. Estas imágenes sugieren que debemos vivir intensamente, sin miedo a nuestra naturaleza transitoria."Abriendo puertas, cambiando rumbos, soñando despiertos, como si de pronto nos extinguiéramos de este mundo."
Esta estrofa final es una llamada a vivir plenamente, con conciencia de que el final puede llegar en cualquier momento. Abrir puertas y cambiar rumbos implica estar abiertos a nuevas oportunidades y transformaciones, mientras que soñar despiertos indica la importancia de vivir con imaginación y esperanza, sabiendo que la vida es corta.
El poema plantea una visión existencialista de la vida, donde la conciencia de nuestra propia finitud no es una carga, sino una motivación para vivir de manera auténtica y significativa. La mortalidad no es algo que deba ser temido, sino aceptado como un hecho que nos da la libertad de actuar con urgencia, como si el final pudiera llegar en cualquier instante. Vivir como "el volcán, la estrella y el rocío" es hacerlo con intensidad, luz y belleza, a pesar de su transitoriedad.
Al final, el poema invita a no aferrarnos a la ilusión de la permanencia, sino a abrazar la belleza de lo efímero y encontrar sentido en la acción y en el momento presente.
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