Poema "LA ESTACA"

Aunque sigo queriendo tus ojos felinos

Tragar mi amarga saliva ya no es molestia

eres esa sombra vana de la espina

montículo lejano cuyo árbol es tronco seco.

 

No niego que a ratos sudo y tiemblo

ante tu retrato que fue mi santuario

pero es menos astillada la estaca

que con desdén me enterraste a un costado.

 

Dicha, pena, lágrima, risa

Fue el breve manantial de colores

de la que bebí tu falsa sonrisa.

 

De tu imagen contemplada

Restos apolillados se empantanaron

y de la que me destituyo, al fin, resignado.



"LA ESTACA" es un poema de desilusión, en el que la voz poética se enfrenta a una amarga despedida de un amor que alguna vez le fue querido y devocional, pero que ha dejado cicatrices profundas.

Desde el inicio, el tono es de aceptación resignada, donde el hablante admite aún un afecto residual ("sigo queriendo tus ojos felinos"), pero inmediatamente establece una distancia emocional y física.

Esta "sombra vana de la espina" y el "tronco seco" evocan la idea de algo que alguna vez fue vibrante y vivo, pero ahora está seco y estéril, sin esperanza de recuperación.

La segunda estrofa, donde menciona "sudo y tiemblo / ante tu retrato que fue mi santuario," sugiere la intensidad de la veneración que existía en el pasado.

Ese retrato, sin embargo, ya no es más el símbolo de la devoción y el amor puro que una vez representó, sino un recuerdo doloroso que todavía provoca reacción, pero ya sin la misma herida.

La "estaca" enterrada simboliza una traición o un daño que el hablante percibe como intencionado; sin embargo, ese dolor ahora es menos "astillado", menos penetrante, lo que refleja la superación gradual del daño y la liberación de una dependencia emocional.

La tercera estrofa introduce una serie de emociones opuestas ("dicha, pena, lágrima, risa") que representan la intensidad y diversidad de los sentimientos que alguna vez existieron. Ahora, sin embargo, se revelan como una ilusión, una "falsa sonrisa", un espejismo colorido del cual el hablante ha despertado. La desilusión se vuelve un aprendizaje.

Finalmente, el hablante menciona "restos apolillados" y la imagen de "empantanamiento", que sugieren cómo, tras la idealización, solo quedan los residuos de lo que alguna vez fue un amor fervoroso. Esta estrofa cierra con una declaración de aceptación: "me destituyo, al fin, resignado". Este acto de "destitución" indica que el hablante reconoce la necesidad de liberarse de esta imagen.

"LA ESTACA" es una reflexión sobre el dolor de soltar, sobre la pérdida de una ilusión amorosa que deja cicatrices, pero que también permite, a su manera, alcanzar la paz.

La estaca, aunque alguna vez fue clavada con desdén, ya no duele con la misma intensidad. Este poema es una liberación, aunque cargada de una


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