Para Mireya Regato
Eres calleja recóndita, eres oscuridad anochecida,
fielmente, igual que antes, desciende la visión de tu cuello
absorbido por la voraz sombra de mi imaginación desbocada,Este es el enfermizo agravio de mi sueño procaz:
"DESEO" evoca una atmósfera oscura y apasionada, impregnada de un deseo profundo, casi obsesivo.
El hablante se adentra en una calle sombría, un reflejo del deseo insaciable que lo consume. La imagen de la "calleja recóndita" y la "oscuridad anochecida" refuerzan la sensación de aislamiento y ocultamiento, lo que convierte el deseo en un acto solitario, alimentado por la imaginación del hablante.
Las metáforas intensas, como "poseerte dulcemente… manjar que, al resbalar por mi garganta", expresan cómo el deseo es simultáneamente placentero y doloroso, como una dulce tortura.
Los elementos como "ratas", "basuras tiradas", y el "hurgón atizando una densa fogata" ofrecen una sensación de suciedad, caos y una necesidad que roza lo violento.
El deseo se describe como una fuerza imparable, una serpiente que recorre el cuerpo del hablante, destacando una urgencia física que lo domina por completo.
La intensidad aumenta hasta llegar a la unión con el otro, donde el hablante busca apoderarse de su objeto de deseo, “morder tu tenso cuerpo lleno de rosas, hasta claudicarnos”.
El poema captura un erotismo crudo, feroz y dominante, contrastando entre lo carnal y lo oscuro, lo físico y lo emocional, y culminando en una rendición total.
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