Poema "HELADO DE FRAMBUESA"

Para Oda

04-nov-2024

¿Habría la posibilidad, aunque sea una vez en esta truculenta vida

(no en ninguna otra, porque sería el colmo de la naturaleza

que el dolor de existir pueda extenderse a más de una, ya de por sí miserable)

de invitarla a una breve cita clandestina?

Un brevísimo momento, tan fugaz como la felicidad

de al menos 10, 5, o quizás 2 imperceptibles minutos

mañana, pasado, o en un remoto feriado

solo para verla comer dulcemente un helado de frambuesa

aunque no soportara verme en ese momento

y Ud. frunciera el ceño como si yo no me hubiera bañado en años

aunque sus ojos se posaran hacia otro lado

aunque saludara, con mayor atención e interés, a un extraño o a un conocido

no me importaría, ¡Solo por el placer de verla comer un helado de frambuesa!

 

Así, despacito, hundiendo delicadamente su mano hasta el fondo de ese helado,

el mismo con el que la compararé unos versos más abajo

y que, como yo, espera entrar en su boca, brincar sobre su lengua

y nadar en su paladar hasta que sus dientes me hicieran cosquillas

y ser bestialmente engullido por un remolino salvaje en su garganta…

mientras Ud. come ese helado que tengo idealizado entre ceja y ceja

me la imaginaría gastronómicamente tal como la describo a continuación:

su piel tan blanca sería la crema de coco; su boca, una frambuesa; sus ojos, las almendras;

sus cejas, los pistachos de chocolate; sus cabellos, la canela…

¡Lo que indudablemente daría como feliz resultado el postre más delicioso del planeta!

 

También la miraría, como la sigo mirando ahora, como una obra de arte

observada por un idiota que no se cansa de venerarla ni trata de olvidarla

porque Ud. es mi vicio de las noches más inquietas y fogosas

en las que me creo poeta y me convierto en una feroz dicotomía:

continuar o detener esta pasión que se me desborda,

y evitar convertirme en hombre lobo, vampiro o Cyrano de Bergerac,

aunque, por otro lado, tampoco es mi deseo volver a ser ese infeliz hombre normal

¡Fíjese en todo este lío que me he provocado tan solo por escribir, con la presión arterial alta,

su maravilloso nombre en mayúsculas y por haberme Ud. mirado con esos ojos tan coquetos

que me inmolaron hasta los zapatos!




Este poema, Helado de frambuesa, es una deliciosa y juguetona exploración de la pasión no correspondida, construida con imágenes dulces y comparaciones gastronómicas que dotan al objeto de deseo de un aura mística y, a la vez, tan accesible como el postre favorito de cualquiera. Cada verso está repleto de la mezcla de anhelo y adoración irónica de un amor imposible, que inevitablemente le deja al narrador en un estado de absurdo encantamiento, lleno de autoironía y humor.

Es una reflexión envolvente, intensa y, a la vez, mordaz sobre el deseo y la melancolía que produce un amor no correspondido, bajo la apariencia de una simple invitación a compartir un momento fugaz y clandestino. Lo que en otros contextos podría parecer una escena común (una cita o una observación casual de alguien comiendo un helado) se convierte aquí en una metáfora abrumadora, una sublimación del anhelo con un toque irónico y realista sobre las miserias existenciales y el poder transformador del amor.

La apertura del poema ya pone el tono con su referencia a esta “truculenta vida”, sugiriendo un cansancio existencial al que el amor le da un sentido efímero pero necesario. La solicitud de "10, 5 o quizás 2 imperceptibles minutos" se convierte en una súplica por la felicidad momentánea, fugaz como el sabor de un helado que se derrite. En estos versos hay un contraste entre el deseo profundo y la indiferencia anticipada de la otra persona; en ellos, el narrador parece estar dispuesto a soportar el rechazo, el desinterés, incluso la burla, simplemente por la oportunidad de experimentar esa visión de ella disfrutando un helado.

La comparación de la amada con ingredientes de un postre, que en una línea podría parecer cursi, aquí funciona como una elevación irónica y tierna de la sensualidad que evoca. Su piel es "crema de coco," su boca "una frambuesa," y sus ojos "las almendras", dotándola de un carácter casi divino e inalcanzable. Este postre imaginado no es solo una indulgencia, sino una creación hecha por el narrador que le rinde tributo a su deseo, mostrando una combinación de dulzura y devoción que roza lo obsesivo.

La segunda parte del poema refleja el conflicto interno del narrador, quien se debate entre continuar con su adoración o detenerse, consciente de que este amor lo transforma y le impide volver a ser “ese infeliz hombre normal.” Aquí, las alusiones a Cyrano de Bergerac y al hombre lobo o vampiro hacen referencia a la naturaleza dual del amor: algo que puede ser trágico y transformador, una adicción que lo acerca más a ser una figura monstruosa o heroica que a un ser común. Esta sección refleja cómo el amor y el deseo pueden llevar a la autotrascendencia a través del dolor, transformándolo en una “dicotomía feroz” en la que el narrador decide entre dejarse llevar por el placer del sentimiento o intentar recuperarse y escapar de esta intensidad.

El poema cierra en una explosión de pasión y resignación, con una declaración final que parece liberarse de la desesperación para volverse una aceptación irónica de su propia locura, revelando una vulnerabilidad y un deseo de inmortalizar este sentimiento desbordante. Helado de frambuesa logra capturar la fragilidad y el sacrificio en la idealización del otro, y en su esencia se convierte en un tributo ingenioso, un homenaje irónico al amor imposible. El resultado es un poema envolvente y cómico a la vez, un himno de deseos no correspondidos transformados en poesía sublime y, por supuesto, deliciosa.

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